El cine y la literatura, y también la RAE, nos han acostumbrado a la imagen de la bruja como una anciana desarrapada, malvada y fea. Tanto es así que la evolución filológica ha terminado por adoptar el término “bruja” como un sinónimo de mujer perversa. Pero de nuevo la lengua se equivoca.
Desde la Wicca británica a la stregería italiana, pasando por la hechicería animista africana, el vudú haitiano, la Jewithery judía, el chamanismo asiático, las meigas gallegas, la tradición Feri, el nahualismo mexicano, el Cultus Sabbati, las sorginas vascas, el druidismo celta, la religión Asatrú,… la lista es inmensa. Son sistemas de conocimiento y tradiciones que han conseguido sobrevivir al Judaismo, al Cristianiamo y al Islam, y llegar hasta el siglo XXI manteniendo una filosofía de vida, y un sistema de creencias, rebelde y en constante adaptación y expansión. Tan difícil de definir como de exterminar.
A mediados de los años 60 el Dr. Serge Raynaud, fundador de la Gran Fraternidad Universal en Venezuela, se atrevió a calcular una cifra. En su opinión, unas 200 millones de personas practicaban una forma u otra de brujería en todo el mundo.
El célebre antropólogo y folklorista Julio Caro Baroja, diferenciaba entre las brujas rurales y las hechiceras de ciudad, sin embargo, en el siglo XXI, y por primera vez en la historia, incluso las brujas del pueblo más pequeño y remoto de la geografía tienen acceso a los mismos conocimientos que las hechiceras urbanitas a través de la revolucionaria globalización de la información: Internet.
Nos reunimos con el médico e investigador Manuel Berrocal, Presidente de la Sociedad Española de Parapsicología y miembro de la Sociedad Española de Antropología y Tradiciones Populares en su casa en un céntrico y castizo barrio de Madrid. Allí podemos observar que custodia una de las mejores bibliotecas sobre brujería del país.
"La brujería de ciudad –declara Berrocal-, o del siglo XXI, es una readaptación. Se acerca más a una filosofía de vida o una religión personalista que a un cuerpo dogmático de creencias religiosas. Esa filosofía la puedes proyectar sobre unas entidades espirituales como son los antepasados, la madre tierra, los espíritus de la naturaleza… y a esas entidades les pones un nombre en función de tu contexto cultural. Si eres wiccana usarás los dioses celtas; si eres de tradición griega, usaras dioses griegos; si eres asatru, usarás los dioses nórdicos… "
En opinión del veterano médico e investigador:
"Su concepción del mundo es totalmente diferente de la nuestra… Las religiones de Libro nos enseñan a pensar que el mundo, las plantas, los animales, la naturaleza, está hecha para nuestro servicio y disfrute. Pero el mundo existe mucho antes de que exista el hombre. Y ese sentimiento chamánico de la brujería, en comunión con la naturaleza, es muy diferente”.
Sin embargo la tradición no es incompatible con la modernidad.
“Antes nuestro Libro de las Sombras se redactaba en papel. Era una especie de diario del Coven. Ahora hay tanta información que hablamos de forma coloquial del Pendrive de las Sombras, porque lo almacenamos en formato digital."
Quien pronuncia esta frase durante nuestra entrevista es Gaia Soler, bruja y Suma sacerdotisa de un Coven de Wica en Madríd… y productora de Televisión Española de profesión.
Como ocurre con los babalaos de la Regla de Ocha o Santería cubana, los sacerdotes afrocubanos que manejan la “mano de Orula” almacenan en sus libretas de santero todos los conocimientos, rituales y ofrendas que realizan durante el ejercicio de su religión.
Según nos revela la sacerdotisa Gaia Soler:
“con la brujería europea ocurre algo similar, nuestro libro de las sombras no es un libro inamovible, ya escrito, como la Biblia. Va enriqueciéndose día a día, como un diario. Cada conocimiento que adquieres sobre plantas, sobre hierbas, sobre movimiento de energías, sobre rituales, etc, lo va enriqueciendo. Por eso hablamos ahora del Pendrive de las Sombras -repite entre risas-. Todo lo que sabemos ya no cabe en un libro”.
Hasta finales del siglo XX las aspirantes a brujas, o brujos, debían consultar bibliotecas, acceder a viejos manuscritos, o intercambiar obras especializadas con otros iniciados en las religiones paganas. Pero en el siglo XXI existen comunidades de brujería OnLine, foros especializados en Internet, páginas web, listas de correo, grupos de Facebook o incluso aplicaciones para teléfono móvil.
APPs como Witches Masterpost PT1 muestran las fases lunares, para la realización de los hechizos; una guía de plantas mágicas; una edición del Liber Umbrarum et Lux (El libro de las Sombras) y un glosario de términos wicca. Y es solo un ejemplo.
Existen juegos de realidad aumentada para brujos, comunidades de brujería en Twitter, Instagram o Facebook, y millones de sites OnLine donde cualquier aspirante a iniciarse en el mundo de la brujería puede adquirir unos conocimientos básicos. Pero eso solo es el comienzo del viaje.
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